16.10.11

hay una máquina que hace eso

aunque ya hemos pasado con creces aquél año dos mil de la era cristiana (y ronalda), nos quejamos bastante de que no hay coches voladores ni teletransporte; la tecnología no ha aportado nuevos horizontes a la humanidad, sino que más bien nos encontramos en una espiral distópica donde la tecnología se usa para vigilar, para exprimir y para controlar al ser humano. ¡vaya gracia! aún así, no es eso lo que quería comentaros en este texto.

pese a que los avances tecnológicos no han ido muy en la dirección que nos apuntaban los optimistas, es innegable que la técnica ha avanzado en muchos campos. esto provoca de manera muy habitual en incontables conversaciones, que se produzca la frase que titula este texto: "hay una máquina que hace eso". artefactos que calculan, pican, muelen, amasan, procesan, predicen, organizan y facilitan todo tipo de menesteres, incluso sustituyen a sufridos trabajadores en tareas durísimas, cargadas de estrés, responsabilidades, riesgos y otras ingratitudes de las rutinas de las que son liberados.

ahora bien, si nos fijamos, cualquier industria está repleta de trabajadores cualificados que desarrollan labores irremplazables por cualquier algoritmo, que demandan una cierta adaptabilidad. normalmente sus sueldos, extras y demás gastos que demandan de la empresa suelen ser bajos. muchas veces, bajo la premisa de disminuir costes, se insiste en reemplazar especialistas, ya bien por prodigios tecnológicos o por artefactos varios equipados con personal no cualificado, pero más barato. se sabe que es algo crudo de concepto, pero matemáticamente fructífero para el último fin, que es la prosperidad del proyecto que se defiende. ¿o no?

ahora bien, si os habéis fijado, según se sube en la pirámide trófica de cualquier organización, menos frecuente es la sustitución de sus recursos humanos por tecnología. de hecho, cuanto menos productivo es el puesto, menos susceptible de ser reemplazado por un automatismo. esto resulta paradójico, porque estos puestos al final resultan los más automáticos y previsibles, solucionables con algoritmos y organizables sin pilotaje humano y sus consiguientes minutas, sensiblemente abundantes, cuyo único fin es sostener unos estilos de vida que, a fin de cuentas, son poco deseables para conseguir una sociedad más civilizada y avanzada.

efectivamente, la propuesta de este texto consiste en sustituir directivos por automatismos, probablemente programas informáticos. ahora voy a explicar las razones que he elegido para sustentarla.

ante todo, hay que valorar que una máquina va a ser más honesta. no se va a entregar a fantasías contraproductivas porque, bien programadas, pueden descartar conductas impropias, tan practicadas entre la clase dirigente: creerse dueños y señores, padres protectores, capitanes de barco, ganaderos de humanos, genios de la astucia o triunfadores del pelotazo rápido. estos comportamientos alejan a los sistemas de su productividad y correcto funcionamiento. derivan en terribles desconexiones entre quien se supone ha de organizar el trabajo y quien lo realiza; crean dinámicas ineficientes y desperdicios imperdonables en los recursos de los sistemas. efectivamente, una máquina no empleará activos por enchufe ni amiguismo, despedirá o bonificará con un estricto criterio de eficiencia y protección tanto de la actividad como de los empleados, a fin de cuentas, será un criterio salomónico reprogramable y dictaminable por una asamblea cooperativa rotatoria de trabajadores. ¡el jefe perfecto!

también es clave en el razonamiento la capacidad de respuesta. un sistema autómata puede dar empleo a más trabajadores en distintos turnos y puede responder a las situaciones que puedan surgir con una inmediatez que no permiten los desplazamientos de los directivos, ya sea en concepto de representación, descanso en sus hogares o consumo de cocaína o servicios de prostitución, por poner un ejemplo. al contrario, la dirección automática podrá guiar a todos los departamentos desde el mismo corazón del sistema informático o mecánico de la actividad a organizar.

la seguridad vial y el descenso del consumo de vuelos, sobre todo en clase business, podría ser otro gran argumento a favor. tanto conductores ebrios o alterados por sustancias indeterminadas abordo de vehículos de lujo a altas velocidades, como el enorme gasto de combustible de los vuelos comerciales en los que recorren el mundo de forma contínua y muchas veces supérflua, son, efectivamente, elementos a paliar para efectuar mejoras en las sociedades occidentales. este beneficio, incluso, huelga explicarlo.

plusvalías, sueldos y pensiones vitalicias son, no por últimos en mi exposición, menos importantes. el programa informático requerirá de unos gastos de mantenimiento ínfimos, comparados con las comisiones exhorbitadas y pensiones de jubilación de directores generales de entidades bancarias, las pensiones vitalicias y las lucrativas actividades "incompatibles" de la ya de por sí corrupta e ineficiente clase política, los intencionalmente lujosos aperos de trabajo de la diplomacia y otros muchos azares del dispendio que ahora mismo rehúsan asomar por este acatarrado consciente (¡gracias, industria del automovil y tabaquismo generalizado!).

al lado de estas ineficientes castas, la frialdad del autómata es casi un regalo para el conjunto de la sociedad, un avance en favor de la consecución de esa utopía tecnológica, para alejarnos de las advertencias de la distopía neomedievalista a la que parece que nos precipitamos sin freno. hay muchas formas de tomar decisiones, pero en estos días, quizá hay que pensar en aquellas que no nos supongan un lastre innecesario.

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