tantas son las opiniones y demostraciones de los beneficios de la guerra!
la guerra es rentable, qué gran axioma neoliberal!
pero si invertimos este axioma vemos que el beneficio, a gran escala, es también un acto de hostilidad, de pura guerra.
cuando se trata con beneficio puro, se tiende a convertir el material en un bien abstracto, utilizando la hábil herramienta del eufemismo para separar el concepto de su raíz, para poder "trabajarlo" a fondo. el material motor de los grandes movimientos financieros consiste básicamente en sisas en masa a los sueldos productivos, también llamadas "plusvalías". para que estas plusvalías se puedan manejar de la forma correcta, su monto ha de ser bastante elevado para, de esa manera, perderse y camuflarse en un complejo sistema de cálculos. así, se oculta el robo y se crea la ilusión de que quienes participan en el intrincado sistema, "ganan" dinero por sus propios méritos, su astucia financiera. ¿astucia financiera? ¿seguro?
este acaba siendo un juego de pillos donde la banca siempre gana. con todo el capital sustraído a la fuerza de trabajo, estos tiburoncillos juegan, con más o menos fortuna, reinvirtiendo en lujo o en más productos financieros, por el mismo mecanismo que podemos observar en la triste historia del ludópata enganchado a las luces y sonidos de la tragaperras del bar de la esquina. miles de adictos de clase alta fascinados por las luces y colores de los paneles luminosos de la bolsa mundial, el estilo de vida "exclusivo" de la fotocopia de business class, golf, chalets, coches, cocaína y prostitución, de la miseria compulsiva de alto standing en cuyo laberinto se les perdió la felicidad que tan brillante se les prometía cuando pillaron un golpe de suerte y entraron en el juego. una versión bien adornada, a columpio entre el paradigma de la jaula de oro y el del burro, la zanahoria y el palo.
pero el juego manda y hay que seguir. las cantidades han de ser mayores para dar de comer al monstruo, porque ha crecido; para que siga creciendo. en algún punto de finales del siglo XX, algunos sectores de la gran manada de adictos se dueron cuenta de que el juego tenía que convivir con los estados, esas democracias occidentales con sus declaraciones de derechos humanos y sus regulaciones de mercados, que amenazaban con detener el juego, con dejarles a un pasito de la tierra prometida, con acabar con esos estilos de vida de los que tanto dependían.
había que definir una estrategia que permitiese sortear esos obstáculos y, afortunadamente para la bestia, entre sus aliados cuentan con expertos: las religiones mayoritarias, en concreto, el cristianismo, el judaísmo y el islam. las jerarquías de estas organizaciones cuentan con un sistema infalible para su avance y perpetuación en el poder, que será copiado y posteriormente integrado.. tal como en el mundo financiero, en las religiones mayoritarias se suprime la crítica, nada se cuestiona y todo se confía en visiones centralizadas de líderes autonombrados, basándose en sistemas emocionales, donde la racionalidad de aplicarse, se aplica a lo pequeño y de arriba hacia abajo en la bien marcada jerarquía, jamás al revés. de esta manera se puede regir, gracias a la tecnología y las comunicaciones, la economía mundial a través de dogmas de fé, irrefutados (que no irrefutables), impecables e indestructibles (aparentemente).
realmente es fácil implantar este tipo de sistemas en una organización, cuando esta ya está repleta de adictos. mi propia experiencia personal me ha demostrado la eficacia de los sistemas basados en fe y dependencia emocional para manejar a los adictos, en este caso a los opiáceos fuertecitos, vamos, la heroína. los programas más exitosos para desintoxicar heroinómanos, resultan ser aquellos que sustituyen el vacío existencial de la comparación de la sobriedad con el éxtasis narcótico, sustituyéndolo por dogmas religiosos, cánticos repetitivos y la promesa de un mundo donde la magia lo soluciona todo, librándonos de la carga de la realidad. sustituíd ahora la heroína por la adicción a la vida fabulosa de los lujos y el business class que antes mencionaba y la religión tradicional por algo mucho más eficaz, como los dogmas neoliberales que, en lugar de sustituir su adicción, la fomentan y hacen más profunda. es un sistema muy eficaz y consigue objetivos tremendos.
con todos estos pequeños talibanes de la economía de mercado ya implantados en las altas esferas de los países de medio mundo, controlando las legislaciones de cientos de países, solo hay que enviar el mensaje tan claro que nos han demostrado las guerras a lo largo de la historia: las personas no son necesarias y han de ser destruídas en grandes números para lograr la victoria. de esta manera, pasamos de las ideologías que ensalzaban al pueblo soberano, a veces instaurando absurdas dictaduras militares para protegerlo de si mismo, a ideologías que afirman el fin de la historia y el mejor de los mundos posibles, mientras trazan un frente de guerra clarísimo: el enemigo es el pueblo y nunca más será soberano. todo está a favor de esta estirpe granjera de humanos: los medios de comunicación, las tramas económicas, empresariales, institucionales y sociales. parece una partida ganada, porque así quieren que parezca, porque es bueno para engordar al monstruo, porque así les dicta su fe, ese dogma incontestable que les permite un día más escapar al vacío existencial de enfrentarse sobrios a la vida que nos toca, a la vida consciete que te empapa la mente todas las mañanas al volver del mundo del sueño donde nos reparamos. la guerra está presente en el lenguaje, en el teatro, el cine, la televisión, el periodismo analógico y digital, en las redes sociales y en los deportes de masas, pero siempre es más clara cuando se les escapa en sus circulares internas y, quizá involuntariamente, nos llaman "peasants", lo que viene a ser, el vulgo, para separarnos de ellos, para diferenciarnos y manejarnos como ganado, como los prisioneros de los "troncos" de los campos de concentración japoneses en la china de la segunda guerra mundial.
la guerra es desde la gente adicta hacia la gente de trabaja y, de momento, el fuego es apenas unilateral. se protesta, se intuye, se ve, se rebate y se debate, pero estos que somos llamados vulgo, debemos evitar pensar como quienes así nos califican. debemos conservarnos críticos, racionales, sensatos, conectados y voluntarios. debemos saber que nuestro trabajo, nuestra capacidad y nuestro sentido común son la fuerza que de verdad mueve el mundo y que, quizá, estos pretendidos imperatores en serie, se están demostrando tan innecesarios que es más que probable que podamos vivir mejor sin ellos y sus maquinarias de guerra. en tiempos de eterna crisis económica, es bueno trabajar, pero quizá es mejor saber con quién y para quién se trabaja.
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